jueves, junio 28, 2012

Review: Prometheus (2012)


PROMETHEUS propone una mirada filosófica y profunda de nuestra propia naturaleza y creación, enfrentando sutilmente la religión contra la ciencia, pero al mismo tiempo utilizando los mismos artilugios del universo Alien que el propio Ridley Scott ayudó a construir en 1979. El resultado…. una maraña demasiado grande para su propia envergadura, que no logra convertirse en una nueva 2001: A Space Oddisey, pero que por el contrario nos muestra un oscuro y lúgubre camino de la ambición mas vanidosa del ser humano: convertirse en dioses, omnipresentes e inmortales.

¿De dónde venimos? ¿Qué respuesta queremos oír? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por cumplir nuestra ambición? Son preguntas visualmente palpables en el film, que narra hechos finales del siglo XXI precedentes de los acontecimientos del NOSTROMO en Alien. Si bien, sus creadores han indicado que no se trata de una precuela, si sucede de manera previa.

Si bien, la película, nos deslumbra con su esplendor visual y atmósfera, padece de un problema al tratar de abarcar temáticas, en sí mismas, tan etéreas que se ven poco desarrolladas en la trama, poniendo más énfasis en lo visceral y terrenal de las sensaciones. David, nuestro nuevo androide, es sin duda el punto a destacar, puesto que el es un gatillante de la filosofía, siendo el mismo un producto de la creación de otro ser, supuestamente “superior”, y tomando partido dentro de las ambiciones humanas, implícitamente provenientes en su génesis de nuestros propios creadores.


Con un elenco de buena talla que nos presenta variados y a ratos conocidos personajes dentro del universo Alien, en esta oportunidad, no existe una verdadera teniente Ripley, a la altura de las circunstancias, que nos saque de los apuros. A pesar de lo anterior, si nos contentamos con ver el andar tortuoso de la doctora Shaw, la cual nos provee con una de las escenas más espeluznantes del film, y del antes mencionado intrigante androide David.

Sin ser un film que finalmente obtenga una carga intelectual mayor (a la cual aspiraba por cierto), si posee una brillante forma de mantener a la audiencia pendiente y concentrada en cada movimiento de nuestros ilusos exploradores. Como un niño descubriendo un tesoro, PROMETHEUS evoca el sentido de grandeza y asombro que uno esperaría de un encuentro de este calibre y te invita a conocer más de profundamente lo que estamos observando.

En resumen, visualmente cautivante, oscura y visceral, PROMETHEUS, si bien falla en darnos densidad filosófica, triunfa al dejarnos inmersos con todos nuestros sentidos en el universo que originalmente conocimos frio y petrificado, brindándonos un paseo tenebroso por nuestras propias ambiciones y temores.


Veredicto: ***1/2 / *****

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